sábado, 21 de mayo de 2011

Dos finales

El final era necesario. A dos horas de la entrega, pateaba los adoquines con odio. La música le mordía el cerebro, se retorcía para acomodar los ruidos de la calle en su cadencia deforme. Despreciaba esas últimas frases que no llegaban a los dedos. El final era necesario. Una hora y media, tres cafés y ni una letra. Salió del bar. Los viejos, lagartos al sol en la plaza. Un banco roto, la escuela cerrada, rejas verdes. Una hora. El final era necesario. Con la vista esquivaba los conocidos del barrio. Media hora. Las letras se desordenaban, era inútil. Caminaba más rápido. La casa estaba cerca. Cruzaba la calle sin mirar y pudo cerrar una idea. El alivio del punto final tapó la luz roja, la frenada y los gritos. Ese final no era necesario.

1 comentario:

  1. ¡Muy bueno! Me trajo a la memoria el cuento "La espera", de J.L. Borges.

    ResponderEliminar