No importaba cuánto los estudiasen, nunca lograban comprender los asuntos de los grandes. Los veían salir de la cama y correr al baño, a la cocina, a la cochera. La puerta los escupía hacia la calle, como atragantada. Tampoco tenían sentido los llantos ahogados en la almohada, las llamadas a escondidas, los gritos ocasionales, la cena en silencio y ese árbol con luces de colores una vez al año. Jamás conseguirían entender a los grandes. Se encogieron de hombros, se rascaron las orejas puntiagudas y volvieron a la cueva, detrás de la biblioteca. En el caldero hervían las diez arvejas robadas.
jueves, 16 de junio de 2011
martes, 14 de junio de 2011
Fragmentaria 10
pinta las letras
de tangos mudos
en pianos sin teclas
de tangos mudos
en pianos sin teclas
sábado, 11 de junio de 2011
Fragmentaria 09
se arrastran
dedos de piedra
la ciudad mano
atrapa la montaña
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