jueves, 16 de junio de 2011

Los dueños de casa

No importaba cuánto los estudiasen, nunca lograban comprender los asuntos de los grandes. Los veían salir de la cama y correr al baño, a la cocina, a la cochera. La puerta los escupía hacia la calle, como atragantada. Tampoco tenían sentido los llantos ahogados en la almohada, las llamadas a escondidas, los gritos ocasionales, la cena en silencio y ese árbol con luces de colores una vez al año. Jamás conseguirían entender a los grandes. Se encogieron de hombros, se rascaron las orejas puntiagudas y volvieron a la cueva, detrás de la biblioteca. En el caldero hervían las diez arvejas robadas.

1 comentario:

  1. Gostaria de saber mais espanhol. Apesar de ter gostado do texto, sinto que me escapam os preciosos detalhes e jogos.

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