sábado, 27 de noviembre de 2010

El duelo

Medíanse los enemigos bajo el cielo encapotado. La tensión humeaba en la tarde de verano. Se encontraron los dos pares de ojos calculadores, calibrando errores y distancias. A lo lejos el llanto de un niño quebraba el aire con la fuerza del lamento. Sin mediar sonido alguno, sin señal, los cuerpos se descargaron levantando tierra. Apenas un instante antes del épico choque, un agujero en el alambrado dejó al más grande de los dos guerreros alejado de su némesis y ladrando de frustración contra la voluntad del universo.

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